Aunque se celebra el 1 de agosto, sus fiestas se extienden durante todo el mes, que está consagrado enteramente a la Pachamama.
La veneración varía de acuerdo a los distintos lugares y costumbres.
Etimología de la palabra Pachamama:
Una de las herencias del imperio incaico en nuestras tierras, fue la adoración a la Madre Tierra, según Juan Alfonso Carrizo la denominación correcta es Mamapacha, ya que así se la denomina en el Perú. Mama: madre y Pacha: universo, mundo, tiempo o lugar (recordemos que en quechua Tierra es ashpa o allpa) por lo tanto Pachamama sería la madre de la tierra, madre del lugar o madre del cerro. La deformación de Mamapacha se debió a la interpretación local del quechua (lengua no originaria de nuestras tierras) por parte del cacano, el lule o el tonocoté.
Sin duda en todo el Noroeste Argentino esta celebración se hace para agradecer, pedir y bendecir los frutos que nos ofrenda la Madre Tierra; en algunas poblaciones el rito es más acentuado, pero en casi todos los casos esta veneración se acompaña también con ceremonias religiosas de profunda raigambre y de hondo sentir tradicional.
Es poder de la Pachamama hacer crecer las cosechas, multiplicar el ganado, cuidar los animales silvestres y bendecir a los artesanos. Los festejos en su honor son los 1º de agosto, pero la celebración más conocida se realiza en el mes de febrero en Amaicha del Valle, localidad sita a 160 km al noroeste de Tucumán.
En algunos pueblos del norte la Pachamama se personifica con una mujer de rasgos indígenas, medio retacona, con sombrero aludo y a quien siguen un perro negro, una víbora que le sirve de lazo y un quirquincho.
Ofrendas
En las sendas de los cerros se encuentran cada tanto amontonamientos de piedra llamados apachetas que tienen un doble sentido: guiar a los viajeros y ser un altar en el cual se dejan ofrendas de diversas características: hojas de coca, vino, chicha, aloja, comida, cigarrillos, yerba, etc. Estas apachetas son bien recibidas por la Madre Pacha que ayudará a los peregrinos a llegar a destino sin inconvenientes.
Cada vez que se va a sembrar, cosechar, marcar la hacienda o correr el ganado, se cava un hoyo y en él se depositarán las ofrendas… es lo que se llama corpachar o dar de comer a la tierra.
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