¡Gracias Sofy Cardozo por compartir con nosotros!
Érase una vez un
maestro que hablaba a un grupo de gente y sus mensajes de amor conmovían a los
reunidos. En medio de esa multitud, se encontraba un hombre. Era muy humilde y
de gran corazón, pues cuando el maestro acabó de hablar, él se abrió paso entre
la multitud, se acercó y, mirándole a los ojos, le dijo: «Sé que está muy
ocupado y que todos requieren su atención. También sé que casi no dispone de
tiempo ni para escuchar mis palabras, pero mi corazón se siente tan libre y es
tanto el amor que siento por usted que me mueve la necesidad de invitarle a mi
hogar.. No espero que acepte, pero quería que lo supiera».
El maestro le miró
a los ojos, y con la más bella de las sonrisas, le contestó:
«Prepáralo todo.
Iré». Entonces, el maestro se alejó.
La mejor comida y
el mejor vino y buscó las ropas más preciosas para ofrecérselas
como regalo.
Después corrió hacia su casa a fin de llevar a cabo todos los preparativos
para recibirlo. Lo
limpió todo, preparó una comida deliciosa y decoró bellamente la mesa.
El hombre esperaba
ansioso cuando alguien llamó a la puerta. La abrió con afán pero, en lugar del
maestro, se encontró con una anciana. Ésta le miró a los ojos y le dijo: «Estoy
hambrienta. ¿Podrías darme un trozo de pan?».
Se sintió un poco
decepcionado. Miró a la mujer y le dijo: «Por favor, entre en mi casa». La
sentó en el lugar que había preparado para el maestro y le ofreció la comida
que había cocinado para él. Le dio las gracias y se marchó.
Apenas hubo
acabado de preparar de nuevo la mesa cuando alguien volvió a llamar a su
puerta. Esta vez se trataba de un desconocido que había viajado a través del
desierto. El forastero le miró y le dijo: «Estoy sediento. ¿Podrías darme algo
para beber?».
De nuevo se sintió
un poco decepcionado, pero aun así, invitó al desconocido a entrar en su casa,
hizo que se sentase en el lugar que había preparado para el maestro y le sirvió
el vino que quería ofrecerle a él. Cuando se marchó, volvió a preparar de nuevo
todas las cosas.
Por tercera vez,
alguien llamó a la puerta, y cuando la abrió, se encontró con un
niño. Éste elevó
su mirada hacia él y le dijo: «Estoy congelado. ¿Podría darme una manta para cubrir
mi cuerpo?».
Estaba un poco
decepcionado, pero miró al niño a los ojos y sintió amor en su corazón.
Rápidamente cogió las ropas que había comprado y le cubrió con ellas. El niño
le dio las gracias y se marchó.
Volvió a preparar
todo y luego comprendió que no acudiría se sintió decepcionado, pero
lo perdonó de inmediato. Se dijo a sí mismo: «Sabía que no podía esperar que el
maestro viniese a esta humilde casa. No ha venido, pero al menos
aceptó la invitación y eso es suficiente para que mi corazón se sienta feliz».
Entonces, guardó
la comida y el vino y se acostó. Aquella noche soñó que el maestro le hacía
una visita. Al verlo, se sintió feliz sin saber que se trataba de un sueño.
«¡Ha venido
maestro! Ha mantenido su palabra.»
El maestro le
contestó: «Sí, estoy aquí, pero estuve aquí antes. Estaba hambriento y me diste de comer.
Estaba sediento y me ofreciste vino. Tenía frío y me cubriste con ropas. Todo lo que
haces por los demás, lo haces por mí». El hombre se
despertó con el corazón rebosante de dicha porque había comprendido la
enseñanza del maestro. Lo amaba tanto
que había enviado a tres personas para que le
transmitiesen la lección más grande: que él vive en el interior de todas las
personas. Cuando ayudas a los que necesitan ofreces tu amor al maestro.
hay muchas historias como esta...y la mayoria deja casi el mismo mensaje... pero ¿porque sera que aunque nos encontremos con casos asi cotidianamente, nuestras actitudes no cambien?
ResponderEliminarhermosa reflexión si viene cierto es una pregunta que a todos nos gustaría tener la respuesta pero el ser humano se forma con actitudes forjadas desde el hogar y la familia y cuesta mucho que el mismo pueda alterar su sistema de socializacion.... pero estaría bueno que desde este pequeño lugar podamos ayudar a distintas personas con el fin de hacerlas mejores personas...=)
Eliminarmuy bonita la reflexion sofy, espectacular e interesante...
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