A TODO CHANCHO LE LLEGA SU SAN MARTIN
Desde tiempos lejanos, en ciertas partes del Viejo Continente, especialmente en Francia y España, cada 11 de noviembre se festeja el día de San Martín, recordando a San Martín de Tours (316-397), el santo francés, y no al prócer argentino, como algunos creen. Para dicha ocasión, era regular sacrificar a un cerdo, costumbre que no obstante era anterior a esta festividad. De ahí que el sentido de la frase se extendiese luego para graficar que a toda persona le llega su hora, entendiendo esta idea como la muerte o el momento de dar cuentas.
CHUPAR LAS MEDIAS
Actitud propia de los obsecuentes, de aquellos sujetos rastreros que apelan a cualquier cosa con tal de conseguir los favores de alguien, sin importarles quedar en evidencia. Se trata de una hipérbole, pues chupar las medias sería llevar a la máxima expresión un antiguo rito de admiración y reverencia que consistía en besar los pies de una persona o imagen. Ya los romanos acudían a esta acción para honrar a sus dioses, besando los pies de las estatuas que representaban a sus deidades. La práctica no se detuvo en la antigüedad, pues consta que los caballeros medievales también la ejecutaron para rendir tributo a los señores o monarcas. Hasta hay pueblos, no influenciados por la cultura occidental, que en la actualidad apelan a besar los pies de alguien como signo de veneración o respeto.
¡CHOCOLATE POR LA NOTICIA!
Exclamación frecuente y de larga data que quiere reflejar, con sorna, el anuncio de una supuesta novedad que no es tal.Cuando alguien brinda una información creyendo que va a causar admiración o sorpresa entre los presentes y, por el contrario, todos saben la cuestión desde hace rato, se le contesta: “¡Chocolate por la noticia!” Respecto de su origen, en realidad se cuenta con poca o nula información al respecto. Se cree que en tiempos coloniales, cuando un mensajero entregaba novedades positivas era agasajado por las familias acomodadas con una taza de chocolate. Eso es probable, lo que no se sabe es si en tiempos de calor la costumbre se mantenía intacta o la celebración provocaba un lógico cambio de bebida.
CHIVO EXPIATORIO
Este dicho proviene de una práctica ritual de los antiguos judíos. El Gran Sacerdote, purificado y vestido de blanco para la celebración del Día de la Expiación (purificación de las culpas por medio de un sacrificio) elegía dos machos cabríos, echaba a suerte el sacrificio de uno en nombre del pueblo de Israel y ponía las manos sobre la cabeza del animal elegido (llamado el Azazel) al que se le imputaban todos los pecados y abominaciones del pueblo hebreo. Luego de esta ceremonia, el macho sobreviviente era devuelto al campo por un acólito y abandonado a su suerte, en el valle de Tofet, donde la gente lo perseguía entre gritos, insultos y pedradas. Por extensión, la expresión “ser el chivo expiatorio” adquirió entre nosotros el valor de hacer caer una culpa colectiva sobre alguien en particular, aun cuando no siempre éste haya sido el responsable de tal falta.
A PALABRAS NECIAS, OÍDOS SORDOS
Se apela a esta frase cuando queremos decirle a alguien, sin ser groseros, que no estamos dispuestos a tomar muy en serio algo que escuchamos, porque no le otorgamos valor al comentario. El oído sordo no indica no haber escuchado las palabras en cuestión, generalmente agresivas y absurdas para el destinatario, sino a dejarlas pasar, provocando que su efecto sea nulo. Con dicha actitud, además, se ridiculiza al emisor.
OJO POR OJO, DIENTE POR DIENTE!
Sentencia secular que entraña una venganza con pretensiones de justicia o, al menos, equidad. Ya en épocas remotas era común dirimir contiendas o pleitos por esta vía extrema. Es una síntesis emblemática de la legendaria Ley del Talión, en la que se basó el recordado soberano Hammurabi (1792-1750 AC), rey de Babilonia, para elaborar su afamado código. Más tarde, el mismo Jesucristo (0-33) se refirió a esta cuestión pero para indicar que los auténticos cristianos debían contestar una agresión “poniendo la otra mejilla”, contrariando el valor implícito en la vieja expresión. En la actualidad son pocas las culturas que aceptan su contenido; la mayoría deja la venganza en manos del Estado.
HAY GATO ENCERRADO
Hoy apelamos a esta frase para indicar que hay algo que no sabemos y que podría aclarar una situación. El nacimiento de esta expresión se produce hacia el 1500, cuando era común fabricar bolsas con piel de gato para guardar dinero u otros objetos de valor. Los ladrones, particularmente, al irrumpir en una vivienda, siempre procuraban dar con esa bolsa. Así pues, no se trataba en realidad de un felino oculto, ya que la piel del gato era la que encerraba el anhelado botín. Aunque alterada en forma y contenido, la expresión todavía goza de mucha vigencia. Si le damos al tema una vuelta de tuerca, más cerca del sentido con el que hoy se la pronuncia, la frase se vincula con la famosa historia que el literato estadounidense Edgar Allan Poe (1809-1849) nos propone en su maravilloso cuento El Gato Negro. En él, se narra un caso que se resuelve gracias a que unos policías escuchan los maullidos de un gato. El felino (vivo, por supuesto) había quedado prisionero detrás de un muro que el asesino había construido para ocultar su crimen. Aquí sí podemos hablar de un gato encerrado, cuyo descubrimiento permitió aclarar un dilema.
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